Involuntariamente podemos cometer ciertos errores que pueden empeorar los problemas de la piel grasa. Repasamos algunos de los más comunes para que rectifiques tus hábitos y tu piel luzca sana y radiante.
Aunque con los cuidados adecuados se puede sobrellevar muy bien, la piel grasa es motivo constante de estrés y preocupación. Ese exceso de sebo que suele aparecer en forma de parches brillantes en las zonas centrales del rostro, particularmente en la frente y la nariz, puede corregirse o disminuirse con los cuidados adecuados, o volverse más latente cuando no practicamos la rutina de belleza correcta.
Quizás te provoque frustración, pero la piel grasa es un problema muy común que se genera cuando las glándulas sebáceas trabajan en exceso y producen demasiado sebo, lo que la vuelve propensa a espinillas y otros síntomas de acné. Aunque los factores que la provocan van desde la genética, los cambios o desequilibrios hormonales, el estrés o la dieta, lo cierto es que gracias a los avances de la cosmética, la piel grasa se puede controlar con los cuidados y productos adecuados.
El cumplimiento de la rutina de belleza diaria es clave para mantener a raya esta condición, así como ciertos cambios en tu alimentación enfocados en evitar el consumo excesivo de grasas trans, carbohidratos procesados, azúcar y productos lácteos.
Tratar de contrarrestar la piel grasa se puede convertir en una obsesión que terminará provocando más daños que beneficios por eso hoy decidimos revisar los hábitos diarios en los que podríamos encontrar algunos errores comunes que estás a tiempo de contrarrestar. ¿Te identificas con alguno de ellos?
1. Lavar el rostro en exceso. Tener una piel grasa puede llevarnos a lavar y relavar el rostro con la errónea idea que removeremos mejor el exceso de sebo. Pero sucede todo lo contrario, entre más nos excedemos con la limpieza más despojamos a la piel de sus aceites naturales, promoviendo el deterioro de la barrera cutánea, resecando la piel, irritando la epidermis y causando eritema. Debilitada, la epidermis reacciona produciendo más sebo, provocando así el efecto contrario. Una limpieza rutinaria se debe limitar a un máximo de dos veces por día, una por la mañana y otra antes de dormir, evitando usar métodos agresivos como cepillos, guantes exfoliadores o esponjas konjac.
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2. Abusar de los exfoliantes. Si tu piel es grasa, es crucial exfoliarla para remover las células muertas y destapar los poros, previniendo así los puntos negros. Sin embargo, esto no significa que debas hacerlo con demasiada frecuencia ya que puede irritar o incluso inflamar rápidamente la epidermis, promoviendo así una sobreproducción reactiva de sebo para protegerla. Finalmente terminarás con una piel aún más grasa. Lo ideal es de una a dos exfoliaciones por semana.
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3. No hidratar la piel. Uno de los errores más comunes es creer que por su condición y aspecto, la piel grasa no requiere hidratación. Si es tu caso, déjame recordarte que todo tipo de piel necesita hidratación para compensar el agua que perdemos diariamente por la sudoración o la evaporación. Si no la hidratas, la piel lo compensará produciendo más sebo para crear una barrera protectora para retener el agua. En tu rutina no puedes saltarte el paso de aplicar hidratante dos veces al día, después de una limpieza suave. Opta por productos de textura fluida, ligera y fresca.
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4. No usar los productos adecuados. Utilizar los tratamientos o maquillaje inadecuado puede tener efectos negativos en la piel. Desde la limpiadora y la hidratante hasta la base y los polvos, debes asegurarte de usar lo más adecuado para tu rostro. La clave es sencilla: elige productos oil free y no comedogénicos. Al ser libres de aceites y lípidos, los tratamientos o productos de limpieza, evitan aumentar el aspecto graso. Utiliza los de texturas fluidas como emulsiones, sérums con ácido hialurónico, gel o cremas ligeras con ácido glicólico, ya que no aportan grasa. En cuanto al maquillaje es obligatorio que sean no comedogénicos, lo que significa que han sido formulados para no obstruir los poros, es decir que previenen la aparición de puntos negros y granitos.
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5. No lavar brochas y accesorios de maquillaje. A diario usamos brochas, esponjas y otros accesorios que tienen contacto directo con la piel y que cuando están sucias pueden constituir un auténtico caldo de cultivo para las bacterias, enemigos declarados de cualquier tipo de piel. Las impurezas, residuos de maquillaje, polvo y gérmenes que acumulan las brochas y esponjas se mezcla con el sebo, obstruyendo los poros y apagando la tez. De ahí la importancia de lavarlas al menos cada 7-10 días con agua tibia y jabón líquido para evitar que se conviertan en incubadoras de bacterias, e incluso moho si permanecen humedecidas mucho tiempo.